Antes de que se abran las puertas de obra, se retiren del almacén los equipos, las picas, las palas y las paletas de control de tráfico para iniciar la jornada laboral, se abre la puerta de la casa de Yenifer, ubicada en la vereda Hatoviejo en el municipio de Bello, a eso de las 4:00 de la mañana, con la intención de pasear sus mascotas, Princesa y Negro, dos hermosos perros con los que le gusta compartir antes de dirigirse a su lugar de trabajo, momento que la recarga de alegría para llegar con la mejor energía a cumplir sus labores.

Con la transición crepuscular, Yeny, como la llamamos algunos compañeros de obra, viaja de norte a sur en su moto recorriendo la Avenida Regional durante aproximadamente cuarenta minutos.

El recorrido es una experiencia cómoda en el que en ocasiones alcanza a ver la luna, incluso cuando es de día, mientras tanto tararea sus canciones favoritas o dedica un tiempo a reflexionar y a hablar con Dios o la Virgen de Guadalupe, imagen que lleva tatuada en su brazo izquierdo y hace parte de las conversaciones constantes que suele tener.

Yeny parquea su moto, le echa dos sobres de azúcar al tinto, alista su uniforme y toma la paleta de tráfico, luego se ubica en la carrera 55 con calle 50, entre los frentes de obra 2.1 y 3.2 antes de las 6:00 de la mañana. Mientras barre y organiza su espacio ve pasar a varios de los carretilleros, quienes como ella inician su día de trabajo temprano; a algunos para cuando caiga la tarde les habrá comprado banano y mandarina; otros quienes ya la reconocen y la saludan, le regalan aguacates para su almuerzo, detalle que a ella aún la asombra y la llena de gratitud y a nosotros nos dibuja una sonrisa, por ver la fraternidad que se genera a los alrededores de la obra entre trabajadores y ciudadanos.

Yenifer se ha enseñado a regular con prontitud el embotellamiento que pueden generar las máquinas y las volquetas cuando se empeñan en llegar juntas. Los picos de estrés son muy breves, y ha aprendido que poco o nada le influyan los pitos de las motos y de los carros que aguardan ansiosos detrás de la paleta, pues sabe que a través de la tarea que realiza con amor y que a algunos incomoda, vela heroicamente por la seguridad de obreros, conductores y transeúntes.

Al cerrar la tarde acciona de nuevo el mecanismo de la moto que la llevará a su hogar y a puerta cerrada diseña sus propios proyectos de vida, mientras descansa del trabajo que bajo el sol y la lluvia realiza. Sueña con el día que tenga una finca a las afueras de la ciudad, donde pueda llevar a muchos perros e instalar su propio centro de atención para mascotas, si logra cumplir su sueños de estudiar veterinaria.

Querido lector, recuerda con esta historia que en la obra encuentras más que muros, máquinas y herramientas; hay corazones con historias de vida como la tuya, que abren las puertas desde temprano para construir la Movilidad Inteligente en tu ciudad y poco a poco colocan ladrillos para hacer crecer también sus propios sueños. Desde hoy sabrás que las ventanas de inclusión no sólo están para realizar seguimiento y control en el proceso constructivo de las obras de Metroplús, están para que veas a quienes como tú, desde su labor cotidiana construyen con ilusión un mejor futuro.

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